Érase una vez unas tierras de las que el "caballero" Rubiales era "amo y señor", donde las damiselas recibían un "exquisito" trato y sus poderosos barones vivían felices. Sin embargo, un día una pócima morada acabó con tan alegre estampa y, de repente, el "caballero" Rubiales estaba fuera de su medieval tiempo.

Al tratar de demostrar su "afectuosa" alegría, fue criticado por numerosos y feministas vasallos por el beso no consentido a Jenni Hermoso. Para calmar los ánimos, Rubiales convocó a sus huestes, y tiró del fiel manual de caballería machista, que incluye como primer punto lo de "ella me provocó", algo que el auditorio no replicó. Así, el presidente de la RFEF suspendido continuó con su discurso, en el que también incluyó los otros dos puntos del manual de caballería machista: el de ser "amigo de las mujeres" y el de la "caza del hombre inocente".

Muchos de sus barones aplaudieron en pie a un señor que no entregó su feudo, aunque finalmente, pese a que no quiso dimitir, Rubiales fue suspendido temporalmente por la FIFA, y "ya está condenado por la sociedad", tal y como señala la periodista Danae Boronat a laSexta Columna.