Tras asistir a un servicio de El Palomo y ser testigo del caos que se organiza con las comandas, Alberto Chicote regresa al restaurante con un nuevo sistema. Para explicarlo, se basa en un ilustrativo gráfico y un sistema de colores.
"Me he traído aquí como una pizarrita donde contaros un par de cosas. Lo he llamado 'el viaje de la comanda'", comienza a explicar el chef. Su objetivo no es otro que intentar que haya menor posibilidad de no cobrar unas mesas y que cada camarero sepa en cada momento dónde está cada plato. Acto seguido, reparte unos delantales de colores al personal: verde, rojo y amarillo.
"¿No lo hay más feo?", pregunta uno de los trabajadores con el delantal rojo en sus manos. Ante la extrañeza de Chicote a tal cuestión, el resto del personal le explica. "Es que él es del Betis". "Es igual, si el problema es el color, pues entonces no te preocupes que te lo cambiamos", dice intentando solucionar el percance. "Pues todavía peor, que él también es del Betis", bromea Cristina, hija de Antonio, el dueño.
Pero a Antonio no le importa el color de su delantal. La profundidad de su afición por su equipo llega mucho más adentro. "Yo soy bético, bético, bético. Bético, hasta la muerte no. Hasta la muerte es el sevillista. Nosotros somos béticos hasta el alma y el alma nunca se muere", dice con orgullo ante las cámaras de Pesadilla en la cocina.