La madrugada del 31 de octubre de 2012 marcará su alcaldía. Rocío, Katia, Belén, Cristina y Teresa  mueren por la tragedia del Madrid Arena. Ana Botella va al tanatorio, da su pésame a las víctimas y se marcha a un spa en Portugal.

Tardó más de 48 horas en comparecer ante los medios. Y no lo hizo sola, sino flanqueada por toda su cúpula. Una cúpula de la que ella es la única que mantiene su puesto en el Ayuntamiento. Miguel ángel Villanueva, Pedro Calvo y Antonio de Guindos dejaron de formar parte del gobierno por el Madrid Arena. Caundo fue cuestionada por si pensaba dimitir, cerró la cuestión con un "no" tajante.

Las circunstancias que rodearon a la tragedia son todavía hoy, casi un año después, dudosas. La mala gestión de la seguridad y la amistad del vicealcalde con el empresario responsable de la fiesta acercan las culpas al Ayuntamiento de Madrid. Es su momento más crítico al frente de la alcaldía, pero no el único.

En su primer Debate sobre el Estado de la Ciudad como alcaldesa, todavía le faltaba soltura en la réplica, y su discursó quedó empañado por confundir Asturias con Andalucía al dirigirse a Izquierda Unida. Cuando le preguntaron por la elección de Madrid como capital del orgullo gay en el 2017, se limitó a dar la callada por respuesta.

Otra de sus ideas como alcaldesa, la de tirar de voluntarios para mantener abiertas las bibliotecas municipales. "La sociedad tiene que devolver a la sociedad lo que la sociedad le da”, aseguró. Los madrileños le recordaron que ya lo hacían pagando sus impuestos.

El fracaso de Madrid como sede olímpica ha puesto en ella todas las miradas y Esperanza Aguirre dejaba entrever la necesidad de un cambio en el PP madrileño.

"Ha llegado la hora de remover las aguas demasiado quietas de la vida interna de los partido" publicaba Aguirre en su Twitter. Todavía quedan dos años para las elecciones municipales. Si se presentará o no como candidata o si su partido la respaldará, lo sabremos entonces.