Consumo quiere implantar un código de colores en el etiquetado de los alimentos para que el consumidor pueda distinguir más fácilmente los productos saludables de los que no lo son. Este 'sémaforo nutricional' será voluntario y se pondría en marcha para el primer cuatrimestre de 2021. Pero, ¿cómo funciona?

El especialista en nutrición Luis Alberto Zamora explica en Más Vale Tarde que 'Nutriscore', como se llama este sistema, "nos va a hablar de la calidad nutricional de los alimentos que estamos comprando". En realidad, este código incluye más colores que un semáforo y funciona con un sistema de puntos que otorga a cada alimento: puntúan positivamente la fibra, las proteínas, la fruta y la verdura, mientras que las calorías, el azúcar, la sal y las grasas saturadas restan puntos.

En función de la puntuación total, cada alimento se clasifica con un color y una letra de la A a la E: la A (el verde más intenso) refleja una calidad nutricional "excelente", mientras que la E (rojo), una no tan deseable. Un sistema de colores y letras que "nos puede ayudar mucho", según explica el experto, para distinguir productos "dentro de la misma categoría".

Por ejemplo, si fuéramos a comprar muesli, aunque a primera vista nos puedan parecer iguales, al aplicarles el sistema de 'Nutriscore' descubrimos que, de tres marcas, una tiene clasificación A, otra la C y una tercera la E. Este último producto tiene más azúcares, grasas saturadas y contiene trozos de chocolate.

Nutriscore permite comparar alimentos, pero solo de la misma categoría

Según Luis Alberto Zamora, está comprobado que este sistema funciona, porque estudios científicos apuntan a que la cesta de la compra mejora su calidad nutricional hasta en un 10% al usar Nutriscore. "Hay que saber aplicarlo", advierte, no obstante, ya que el sistema tiene una serie de limitaciones que hay que tener en cuenta:

- El sistema compara solamente alimentos dentro de la misma categoría: un refresco de cola y una leche pueden tener ambos la etiqueta B, porque esta clasificación compara unas leches con otras y unos refrescos con otros, pero no diferentes tipos de productos entre sí.

- Informa de la calidad nutricional en cuanto a cantidad de nutrientes, pero no nos dice si es un ultraprocesado o la calidad de esos nutrientes. Así, tanto un sobre de jamón serrano como unas barritas de proteínas obtendrían una clasificación D, pero las proteínas que contienen no vienen de la misma fuente. "Está bien para que nos dé una idea, pero luego hay que saber ser críticos", advierte el nutricionista.

- Ojo con las etiquetas verdes: un yogur natural y un guacamole fresco pueden tener ambos una clasificación A, pero esto no significa que las calorías dejen de estar ahí y que podamos consumir cuanto queramos: sí, es de mejor calidad que otros, pero no nos da 'barra libre'.

En definitiva, este sistema puede servirnos como guía para orientarnos, pero siempre hay que ir a la etiqueta y a la tabla nutricional.