Aunque en 2008 una advertencia de Sanidad terminara con la venta de insectos en un puesto del famoso mercado de La Boquería en la ciudad condal, desde el pasado 1 de Enero, y gracias a un nuevo reglamento europeo, ya podemos comprar y consumir insectos en España y en el resto de países de la Unión Europea (¡viva!... o no)

Grillos a la barbacoa, saltamontes Thaï, chocolate con gusanos de la harina, … Y no sólo esto, barritas de proteína, chocolate con grillos o pasta de saltamontes también están a nuestra disposición. ¿Quieres probarlo? Pues googleando puedes descubrir la primera empresa española en venderlos (www.insectoscomestibles.es), o incluso en el mismísimo Amazon. Vamos, que quien no sabe qué poner en un brunch es porque no tiene internet.

¿Asco? ¿Jamás de los jamases te comerías un grillo o un gusano de seda (a la americana o a las finas hierbas)? ¿Y una cochinilla? ¿No? Pues, tal vez, ya lo estás haciendo y no lo sabías.

Concretamente en los productos alimenticios de color rojo. Me refiero a las mermeladas y yogures de fresa (con y sin bífidus), esas bebidas isotónicas rojas tan “in” para ir al “gym”, los regalices y las gominolas rojas, hasta los palitos de cangrejo con los que das tu toque a la ensalada. Todos ellos tienen algo en común: el colorante E-120 (ácido carmínico), también conocido como “rojo cochinilla”. Estás en lo cierto, ese colorante se saca de la cochinilla (ug!).

Producción Agrícola de Cochinilla en Canarias

La cochinilla es un insecto que parasita algunas especies de cactus como el nopal o la chumbera. Y no es algo nuevo el utilizarla como colorante. De hecho, se tienen indicios de su uso desde la Edad de Hierro (casi nada). A día de hoy su uso está totalmente aprobado y aceptado tanto por la EFSA para Europa, como por la FDA para Estados Unidos. Podemos respirar (y comer) tranquilos.

Vale. Que sí. Que lo he estado comiendo y no era consciente. Pero es muy diferente comerse un regaliz que meterse en la boca un grillo. ¿Por qué tengo yo que pasar este trago? Vete acostumbrándote, porque, como ya nos advirtió la FAO, si seguimos consumiendo carne a este ritmo no será sostenible en el futuro. Y esto, junto con el hambre en el mundo, han puesto el ojo de los expertos sobre los insectos.

De hecho, son un alimento muy interesante desde el punto de vista nutricional. Son ricos en proteínas y bajos en grasa (perfecto para la “operación bikini”), y, además, llegan a aportar hasta nueve veces más de omega-6 o el doble de hierro que la carne. Todo ventajas.

Radiografía de los insectos

Y no solo eso. También son más respetuosos con el medio ambiente. Producir un kilo de proteína a base de insectos, respecto a un kilo de proteína de origen animal, emite un 80% menos de metano, tan sólo consumen 1 saco de pienso (frente a los 12 sacos y medio que se consumiría si la proteína viene de la ternera), o 3,7 litros de agua frente a más de 9.000 litros que se consume para la proteína animal.

Pero, ¡ojo! No todos los insectos son comestibles. Frente a las más de 1.900 especies diferentes que se calcula que se consumen en el mundo, también se conocen más de 5.000 especies potencialmente perjudiciales o tóxicas. Además (y de ahí la importancia de esta ley), los insectos tienen que estar libres de sustancias perjudiciales como pesticidas o insecticidas, o haber sido alimentados con piensos que no nos perjudique. Por estos y otros motivos, algunos profesionales dicen que aún es pronto para saber si podemos comer “bichos” con seguridad.

Sea como fuere, parece que el futuro apunta a reinventar la famosa tortilla de camarones, por tortillas de polillas, cocteles de gusanos, o revuelto de escarabajos.

Hasta entonces, salud, y buenos alimentos.