María Guardiola ha preferido comerse sus palabras sobre su rotundo 'no' a Vox a enfrentarse a su partido y a la repetición electoral en Extremadura. No es la primera política ni será la última que rectifica. Lo que sorprende de este caso es el poco tiempo que ha pasado entre el primer y el segundo discurso: sólo nueve días. Por eso, llama la atención escuchar a su líder, Alberto Núñez Feijóo, reivindicar "la política de palabra" cuando ya se sabía que Guardiola había sucumbido.

"No me equivoco ni dudo en lo importante. En eso no. Y en tiempos en los que la palabra de algunos políticos no vale nada, yo reivindico la política de la palabra. Sin palabra no hay política", aseveraba tras hablar de los giros de guion de Pedro Sánchez durante la legislatura.

Otra de sus contradicciones nace de las declaraciones en las que llegó a afirmar que los dirigentes territoriales tendrían libertad para decidir qué querían hacer con Vox. A la hora de la verdad, ha sido la dirección nacional quien ha presionado: "Si se trata de que los ciudadanos elijan a su presidente, deben ser ellos protagonistas, no los dirigentes nacionales. No comparto que dirigentes nacionales vengan a rectificarlo en todo o en parte", decía.

También hace unos días Feijóo estableció un índice: un 8% de los votos no es suficiente para entrar con consejerías en el Gobierno. En Extremadura, Vox sacó un 8% y sí tiene una consejería. "En la comunidad de Extremadura Vox ha sacado los resultados más modestos de todas las comunidades autónomas, el 8% de voto, 5 diputados. Y con 5 diputados no es razonable que un partido pretenda presidir la asamblea, tener más representantes en la mesa del Parlamento que el PP y formar parte del Gobierno con varias consejerías. Esto es desproporcionado y no responde al resultado electoral y al resultado de el número de diputados de cada formación política", aseveraba.