Quien seguro no estará en las listas de Sumar el 23 de julio es Alberto Garzón, que ha dejado hoy la primera línea de la política.En plenas negociaciones para configurar las listas de Sumar, Garzón ha dado un paso a un lado para, dice, “promover la renovación de las caras públicas” en la coalición que encabezará Yolanda Díaz.

Según Garzón, la decisión que ha tomado está muy meditada, después de 12 años como diputado en el Congreso. Aun así, el líder de Izquierda Unida continuará al frente de su partido. Se despide siendo ministro de Consumo, pero a Garzón lo conocimos hace más de una década siendo un joven economista de Málaga.

Garzón se define a sí mismo como comunista y republicano, desde que se afiliara con la mayoría de edad al PCE y al partido que acabaría liderando. Tras una carrera política rápidísima, como la de la mayoría de compañeros de su generación. Todo empezó como activista en el 15M de Málaga, la tierra donde no nació, pero a la que vinculó gran parte de su trayectoria. Con 25 años, como un joven economista, su mensaje, de las redes a la pantalla caló: contra los recortes de Zapatero, la burbuja inmobiliaria, los desahucios o la pérdida de poder adquisitivo.

Quién le iba a decir entonces que apenas unos meses después, en 2011, se convertiría en el diputado más joven del Congreso, con 26 años. De ahí a la dirección de IU, 2013, para encarar el momento más complicado de la formación. Candidato a las generales de 2015, cuando el éxito de un revolucionario Podemos les ponía contra las cuerdas.

Consiguió sobrevivir, aún en el Grupo Mixto en el Congreso. Y al convertirse en el coordinador federal más joven, con 30 años, accedió a lo que tantos recelos había despertado en la vieja guardia de Cayo Lara. Fue el bautizado como 'pacto de los botellines': sellaba el nacimiento de Unidas Podemos, la confluencia con los morados que habían llegado a bautizarle como el 'pitufo gruñón'.

Garzón fue uno de los elegidos para ocupar una de las cuatro carteras con las que se estrenaba el primer Gobierno de coalición de la historia de nuestro país, con la que el espacio a la izquierda del PSOE regresaba al Consejo de Ministros ocho décadas después.

Como titular de Consumo generó las mayores controversias. Por su apoyo a los regímenes de Venezuela o Cuba o por sus batallas contra los gigantes del juego o la alimentación. La 'guerra del chuletón' le costó la censura de los socialistas y hasta del propio Pedro Sánchez.