El comisario de Agricultura de la Unión Europea, Janusz Wojciechowski, se ha convertido en el blanco de todas las miradas. Su notable ausencia en un momento donde los agricultores europeos más necesitan apoyo y respuestas ha encendido las alarmas. Wojciechowski, en vez de enfrentar la situación, parece haber optado por el silencio, generando una ola de frustración entre quienes trabajan la tierra.

La situación se complica aún más cuando miramos de cerca las razones detrás de su silencio. No es solo la presión de los agricultores lo que Wojciechowski parece evitar, sino también las críticas internas que vienen desde su propio terreno político. Su partido, Ley y Justicia, de tendencia ultraderechista, no ha dudado en pedirle que abandone el cargo, no por su inacción frente a las protestas, sino por su aceptación de la agenda verde europea.

Esta agenda, que busca una agricultura más sostenible y respetuosa con el medio ambiente, choca frontalmente con los intereses y la visión de la extrema derecha polaca. Lo que está en juego aquí no es solo el futuro de Wojciechowski como comisario, sino el rumbo de la política agrícola europea. La ausencia de un diálogo constructivo con los agricultores, sumada a las tensiones internas en su partido, dibuja un panorama de incertidumbre y desconfianza.

Mientras tanto, los campos europeos siguen esperando respuestas y acciones concretas que puedan aliviar la crisis que enfrentan.