El presidente francés, Emmanuel Macron, ha desafiado las fronteras financieras nacionales al sugerir que un banco extranjero podría adquirir un banco francés. Macron argumenta que en la era de la globalización, la pertenencia europea trasciende las fronteras individuales de los países miembros. "Si somos europeos, lo somos para todo", ha enfatizado.
La sugerencia de Macron llega en un momento en que los bancos chinos dominan el escenario financiero global, ocupando los primeros cuatro puestos en el ranking mundial de activos bancarios. Esta supremacía financiera, según Macron, representa una amenaza para la estabilidad económica de Europa y justifica la necesidad de consolidación bancaria a nivel de la Unión.
Sin embargo, el discurso de Macron puede tener algo de trampa, ya que ¿qué pasaría si el Banco Santander quisiera comprar el Société Générale? El Santander podría comprarlo, ya que el banco francés no es un gran banco, incluso le daría estabilidad. Otra cosa distinta sería que el banco español quisiera comprar un banco líder como es el BNP Paribas, el banco más grande de Europa y Francia y el sexto más grande del mundo por volumen de activos.
El presidente francés ha dicho algo en lo que ya había insistido el Banco Central Europeo y todo el sector bancario: "Europa necesita bancos fuertes a nivel de la Unión, no al nivel de cada país". Todos los países tienen bancos grandes y potentes, pero Europa no tiene bancos grandes y potentes, y eso pasa porque los grandes de cada país compren a otros más pequeños en otros.
Por ejemplo, que BBVA compre al francés Société Générale o que el holandés ING compre al Sabadell o bien que se unan, se fusione, el Santander con el italiano Intesa. Esto quiere decir que hay que ir generando bancos mucho más grandes, con sinergias y capacidad de competir, que estos bancos transciendan los países y que lideren en la Unión Europea.
No obstante, la posibilidad de que un banco extranjero, especialmente uno de fuera de la Unión Europea, adquiera un banco español o de otro país miembro podría enfrentar obstáculos regulatorios. Los gobiernos tienen la capacidad de vetar operaciones que consideren perjudiciales para los intereses nacionales o que puedan comprometer la estabilidad económica.
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