En el verano de de 2019, Sánchez había conseguido ser la lista más votada y pidió la abstención a los populares, pero el PP no se abstuvo.

La petición era a la inversa de lo ocurrido en este 23J porque los resultados también lo fueron (El PSOE consiguió 123 diputados y el PP, 66). Con un añadido: que la diferencia en escaños entre la primera fuerza, entonces el PSOE, y la segunda, el PP, era mucho mayor: de 57 frente a los 14 diputados actuales.

A pesar de la victoria socialista, las negociaciones con los morados y Esquerra no terminaban de cuajar, así que lanzaron su oferta para la segunda vuelta. Solo un voto les alejaba de la mayoría que les permitía prescindir de los independentistas... pero el "no" fue rotundo: "Que lo haga Ciudadanos".

Las rondas de negociaciones comenzaron a eternizarse, a repetirse. Hasta cuatro veces en menos de un mes lo intentó Sánchez con Casado, pero las posturas no se movieron ni un milímetro.

Así que un día más tarde de la última reunión, hubo una petición formal: una carta que firmaron 66 diputados socialistas en busca de reciprocidad. Querían una abstención sin condiciones, "razonable" según ellos, después de que el mismo gesto por parte de su partido hubiera permitido a Mariano Rajoy ser investido en 2016. Pero ni así conseguía Sánchez los 'síes' suficientes para desbloquear la situación. El 'no' de los populares alargaba la agonía.

Tras la investidura fallida, los socialistas insistieron en su propuesta y el PP en su negativa, justo lo que ahora critica Feijóo. Montesinos manifestó: "No vamos a facilitar la investidura de Sánchez ni de nadie del PSOE. Que se abstenga el PSOE para que gobierne el PP".

Poco más de medio año después, España vivía sus segundas elecciones generales, las que dieron fruto al primer gobierno de coalición de la historia de España. Los socialistas no necesitaron tentar a los de Casado que, entonces, sí se vio presionado por algunos de los suyos, Feijóo entre otros, para facilitar un gobierno.