Nombres "extravagantes"
Prohibido llamarse Hitler... y también kiwi: los límites (necesarios) del Registro Civil Español
¿Por qué es importante? Tanto España como Japón buscan evitar que los niños sufran burlas o dificultades administrativas por nombres ofensivos, ridículos o impronunciables.

Hay padres que sueñan con que sus hijos brillen con luz propia. Lo que nadie dijo es que para eso hiciera falta bautizarlos como Pikachu. O Kitty. O, atención, Pu —sí, como Winnie de Pooh, pero sin el oso—. En Japón, esta moda de ponerle nombres a los niños que parecen salidos de una serie de dibujos animados no solo está en auge, sino que ya preocupa a las autoridades. Tanto, que el gobierno se está planteando decir 'stop' a la originalidad descontrolada.
Porque claro, una cosa es querer ser creativo. Y otra muy distinta es condenar a tu hijo a una vida de explicaciones cada vez que diga su nombre. Los funcionarios no saben si están inscribiendo a un menor o procesando la solicitud de un 'Pokémon'. Los maestros se quedan en blanco frente a un nombre que parece una contraseña de WiFi. Y en el colegio, los compañeros no perdonan: si te llamas como un personaje de anime, el bullying viene gratis.
El Ministerio de Justicia japonés estudia ahora poner límites a los nombres considerados "difíciles de pronunciar, de escribir o propensos a confusión institucional". En otras palabras: basta ya de llamar a los niños como si fueran mascotas, frutas tropicales o villanos de película.
Y esto no es algo exclusivo de Japón. En España, por ejemplo, la ley deja bien claro que hay nombres que no se pueden usar. Está prohibido llamar a un bebé Hitler, Osama Bin Laden o cualquier cosa que suene a amenaza para la paz mundial… o a desayuno. Frutas como pomelo, melón o kiwi están descartadas, y no solo porque confundir al niño con la merienda no sea lo ideal. También porque se entiende que el nombre debe proteger al menor, no hacerlo viral en TikTok por las razones equivocadas.
Al final, lo que está en juego no es solo el gusto —o la falta de él— de los padres. Es la vida diaria de un niño que tendrá que escribir su nombre 100 veces, deletrearlo otras 1.000, y convivir con él para siempre. No todos quieren destacarse como X Æ A-12, el hijo de Elon Musk. Algunos solo quieren que los llamen sin que les dé vergüenza levantar la mano.