En una noticia que llena de esperanza para los amantes de la naturaleza, el lince ibérico ha sido retirado de la lista de especies en peligro de extinción en España. De apenas 94 ejemplares en 2002, la población ha crecido hasta superar los 2.000.
¿Cómo se ha logrado este avance? Ha sido el resultado de un esfuerzo coordinado sin precedentes entre administraciones, investigadores y ciudadanos comprometidos. La clave ha sido la conservación meticulosa de los últimos ejemplares, aumentando la abundancia de su presa principal, el conejo europeo, y restaurando sus hábitats naturales de matorrales y bosques. Una vez que la población fue suficiente, los linces fueron redistribuidos en un territorio más amplio, facilitando su regeneración como especie.
Sin embargo, la amenaza de la mano del hombre sigue siendo considerable. La caza furtiva, las carreteras que fragmentan hábitats y el cambio climático continúan representando desafíos significativos para su supervivencia. La protección efectiva de estas amenazas ha permitido también la recuperación de otras especies emblemáticas como el oso pardo.
Otro aspecto crucial ha sido el papel de instituciones como acuarios, zoos y áreas protegidas, donde la cría en cautividad y la posterior reintroducción han sido fundamentales para la recuperación de poblaciones silvestres. Este enfoque, combinado con avances científicos como la fecundación asistida y la genética aplicada, ha proporcionado herramientas adicionales para asegurar la persistencia a largo plazo del lince ibérico. En última instancia, la conservación efectiva comienza por cuidar el medio ambiente en su conjunto.
Una diferencia visible
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