La gran disputa en Galiciase encuentra en el voto rural. Quedan 24 horas de campaña y los líderes nacionales están desembarcando allí: Sánchez, Feijóo, Yolanda Díaz... todos buscan el voto del campo.

No se llega a la Presidencia de la Xunta sin patear antes los pueblos y las villas del interior. En ello influye la propia distribución poblacional porque la mayoría de los votantes vive en entornos rurales, en ciudades medianas y pequeñas, según el INE.

Si en unas elecciones generales, el voto del campo es importantísimo -más de siete millones de votantes, un 20%-, en la comunidad esa cifra supera el 30%. 257 de los 320 municipios gallegos tienen menos de 10.000 habitantes.

Los votos rurales han sido esenciales para las mayorías absolutas del PP, que en las dos últimas autonómicas ha ganado en más del 90% de esos pequeños núcleos.

También fueron esenciales para permitir el único Gobierno socialista en 2005, por un apoyo más minoritario al PP tras el Prestige.

No obstante, los populares recuperaron los municipios medianos y el Gobierno en 2009. Se impusieron en la mayoría de núcleos con más de 15.000 habitantes en 2012, pueblos que no cambiaron su voto con la entrada de nuevos partidos y a los que la pandemia tampoco les llevó a quedarse en casa, como analiza Newtral.es

La abstención, en aumento en las últimas convocatorias, se da sobre todo en zonas urbanas y semiurbanas. Supera a la de las zonas rurales, precisamente, en los lugares donde se concentra -y divide- el voto de la izquierda y los nacionalistas.

Por ello resulta clave que cada partido centre su campaña en los lugares donde no puede permitirse perder votos. El sistema electoral beneficia la concentración en los populares frente a la división en la izquierda. Además, las papeletas en los pueblos tienen más peso en el reparto de escaños.