Las imágenes se han vuelto virales. Las 'streamers' o creadoras de contenido chinas emitiendo en directo desde la calle. Cada una de forma independiente, desde su canal, pero físicamente en el mismo lugar. Han traslado toda su tecnología de su cuarto a este set improvisado, debajo de un puente, para dirigirse a sus seguidores.

Muchas cantan, comentan videojuegos, juegan, pintan o bailan. Consiguen importantes ingresos aunque la mayoría tiene otros trabajos. Lo hacen todas juntas porque así se sienten seguras y acompañadas. Al retransmitir en directo, cualquier intimidación estaría vigilada e identificada en directo.

¿Y por qué no están en su casa? ¿Por qué emiten desde la calle? Por la geolocalización de la plataformas que usan. Las app más usadas en China (iQiYi.com, qq.com o Youku.com) usan la geolocalización para priorizar emisiones más cercanas. Por eso deciden instalarse en barrios ricos para sus emisiones. Las donaciones de gente con dinero son evidentemente mayores y tienen más opciones de ganar dinero.

Además de esta forma de crear contenido existe otra variante no callejera que se conoce como "Las fábricas de 'streamers'". Son lugares habilitados para crear contenido a la vez. Se les presta el material que puedan necesitar para sus directos y alquila un mínimo espacio dentro de una gran fábrica a cambio de partir sus beneficios.

Aquí en España ya se mueve mucho dinero en el mundo del 'streaming ' pero las cifras en China son de otra dimensión. Por eso el Gobierno chino obliga a través de una ley a limitar donaciones como las ganancias de los 'influencers' por video. La transmisión en vivo despegó en China en 2016 y desde entonces 635 millones de espectadores anuales (el 70% de los chinos con acceso a Internet) pueden ganar miles de euros al día con sus retransmisiones (WSJ). El negocio del 'streaming' genera 30.000 millones de dólares al año.

Todo esto en un país con un estricto control sobre sus ciudadanos. El gobierno chino es también hostil con el mundo de la creación de contenido digital. Hay hasta un código de conducta para 'streamers': no pueden poner en duda el liderazgo del partido comunista ni cuestionar la unidad nacional, vestimenta clásica, tradicional y conservadora, etc. Enumera además 31 categorías de contenido que no pueden aparecer en los vídeos en línea, como en las series o pelis como la violencia, enseñanzas religiosas o presumir de riqueza. Las 'streamers' tienen demostrar también que están cualificados para hablar de temas divulgativos.

La fiebre es tal que ya hay escuelas de 'streamers' que han lanzado la carrera de tres años de 'influencer', Es el caso del 'Yiwu Industrial and Commercial College' donde te puedes graduar e incluso obtener un diploma.