En medio de la creciente incertidumbre y el debate político, la 'estrategia de la abstracción' ha vuelto a protagonizar la escena, esta vez en torno a la financiación de Cataluña. Esta táctica consiste en introducir vagamente medidas impopulares sin definirlas claramente, permitiendo así que se diluya la resistencia inicial y se prepare el terreno para su eventual aprobación.
El Gobierno ha empleado esta estrategia con éxito en diversas ocasiones, como en los casos recientes de los indultos, reformas legales y la espinosa cuestión de la amnistía. El método implica 'lanzar globos sonda' sobre posibles medidas, sin especificarlas claramente, lo cual genera debate y especulaciones que pueden polarizar el tablero político y social.
Sin embargo, el tiempo juega un papel crucial. A medida que pasa el tiempo, temas controvertidos tienden a ser opacados por otros más urgentes, lo que permite al Gobierno ganar espacio para concretar sus propuestas. En el caso actual de la financiación catalana, la urgencia se incrementa debido a la proximidad de la investidura, lo que complica la capacidad del Gobierno para extender el debate sin un marco legislativo claro.
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