Hubo un tiempo en el que el CNI (Centro Nacional de Inteligencia) se llamaba CESID (Centro Superior de Información de la Defensa). Un tiempo en el que el servicio de inteligencia español espiaba sin autorización judicial y gozaba de una impunidad casi total. Eso pasó hasta que, en 1995, el periódico 'El Mundo' destapó las llamadas 'Escuchas del Cesid' ('El CESID lleva más de diez años espiando y grabando a políticos, empresarios y periodistas', tituló el diario). Es decir, que personalidades muy revelantes de la España de los 80 fueron escuchadas por el CESID sin autorización judicial.

Se dieron así siete años de escuchas ilegales. Entre las víctimas del espionaje estaban políticos rivales como Isabel Tocino, exministra de Medio Ambiente de España, así como políticos del propio gobierno socialista, como Fernández Ordóñez, José Barrionuevo o Enrique Múgica. Había también periodistas como Luis María Ansón, Pedro J. Ramírez o García Trevijano, y empresarios como Alicia Koplotivz o José Antonio Segurado. Todos denunciaron públicamente su situación en televisión.

Pero hubo una víctima del espionaje de un rango aún superior: el rey Juan Carlos I. Su nombre aparecía en los papeles del CESID con las siglas SM, 'Su Majestad'. En ese registro figuran decenas de llamadas de ámbito personal. El exjefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, dijo por ello que lo que había pasado le daba asco: "Es una sorpresa y un disgusto profundo. Me da pena pena de los que escuchan y los escuchados, y me da pena de un país que ve cómo se escuchan unos a otros".

En los años de las escuchas, del 84 al 90 aproximadamente, gobernaba el Partido Socialista. Y ¿qué dijo el Gobierno de Felipe González? Recurrió a una fórmula que sigue estando muy de moda: el clásico "me enteré por la prensa". "Cuando he visto que se ha publicado, se ha iniciado un procedimiento por la Fiscalía General del Estado que tratará de depurar cualquier responsabilidad, pero ya saben que normalmente los servicios de inteligencia ofrecen explicación de resultados, pero naturalmente no de métodos de trabajo", dijo por entonces el expresidente González.

El escándalo atropelló al Gobierno. Fue un tsunami. No sabían cómo reaccionar, cómo justificar lo que pasó. Prueba de ello son las palabras del por entonces Ministro de Defensa, Julián García Vargas: "La información que el CESID obtuvo de forma aleatoria en el espacio radioeléctrico fue destruida. Sí, dijo que era información obtenida de forma aleatoria en el espacio radioeléctrico. Por supuesto, acabó dimitiendo. Tanto él como el vicepresidente, Narcís Serra. Pero antes cayó el director de CESID.

Emilio Manglano sabía que era el fin de su carrera. Reconoció que ese día lloró junto a su mujer y sus dos hijos. ¿Quién le traicionó? ¿Quién filtró las escuchas? Fue el coronel Juan Alberto Perote, responsable del grupo operativo del CESID durante 11 años. Perote fue condenado a siete años de prisión: "A mí la cárcel no me representa nada más que una incomodidad en el aspecto físico, el aspecto moral lo tengo superado hace tiempo", dijo ante las cámaras. Al final, Perote, solo cumplió 19 meses de su pena. Salió libre gracias a una sentencia favorable del Tribunal Constitucional.