España se apaga

Caos total en España: el gran apagón paraliza ciudades, trenes y comercios

Las consecuencias
El colapso eléctrico pone a prueba la resistencia del país: supervivencia urbana, escasez de suministros y la necesidad urgente de prepararse para futuros cortes.

Caos total en España: el gran apagón paraliza ciudades, trenes y comercios

España ha vivido este lunes una jornada de colapso sin precedentes debido a un apagón masivo que ha dejado a millones de personas sin electricidad durante horas. Lo que hasta ahora parecía un riesgo teórico –para el que se recomendaba tener agua, medicinas, radios y linternas– se ha materializado de forma brutal, desbordando todas las previsiones.

Desde primera hora de la mañana, las grandes ciudades han sido escenarios de auténtico caos. El metro, motor vital del transporte urbano, quedó paralizado, con miles de pasajeros atrapados sin información ni cobertura telefónica. Quienes lograron salir de los trenes se encontraron con estaciones a oscuras y calles colapsadas.

La circulación en superficie fue casi imposible. Sin semáforos y durante horas sin agentes de tráfico, las avenidas principales se convirtieron en atascos monumentales. Los túneles de la M-30 en Madrid tuvieron que ser cerrados por seguridad, y el tráfico ferroviario quedó completamente suspendido: ni trenes eléctricos ni diésel pudieron operar debido al fallo de los sistemas de control.

A lo largo del día, los atascos no hicieron más que crecer. Autobuses saturados, marquesinas abarrotadas, taxis inalcanzables. La imagen se repetía en estaciones como Atocha y Sants, donde los viajeros se agolpaban en busca de información mientras los accesos se cerraban parcialmente.

Aunque aeropuertos y hospitales pudieron mantener su actividad gracias a generadores de emergencia, el resto del país quedó paralizado. Comercios cerrados, farmacias inaccesibles —incapaces de operar sin sistemas electrónicos—, y cajeros automáticos inutilizados por la falta de electricidad.

Este lunes España ha aprendido una lección inesperada: en un apagón, el dinero en efectivo es esencial. Con los datáfonos inoperativos y los cajeros fuera de servicio, las colas para conseguir billetes han sido interminables.

Las pocas tiendas abiertas agotaron rápidamente velas, transistores, pilas y hielos para conservar alimentos. En los hogares, la falta de electricidad ha supuesto el fin de las duchas calientes, de la vitrocerámica, del teletrabajo y hasta de los ascensores, provocando decenas de rescates por parte de los servicios de emergencias.

El país entero ha vivido este lunes las consecuencias de un apagón que ha puesto en evidencia su enorme dependencia de la electricidad para absolutamente todo. Y esta vez, la lección ha llegado de la forma más dura: viviéndolo.