Mario Viciosa, periodista de Newtral, se desplazó hasta la sierra de Madrid para hacer un 'picnic radiactivo'. Y es que, solo con sentarnos sobre una roca o comernos un plátano ya estamos exponiéndonos a la energía nuclear.

De hecho, un plátano nos expone a la misma cantidad de radiación que una central nuclear. Esto ocurre porque esta fruta tiene un isótopo radiactivo del potasio. Sin embargo, tendríamos que comer grandes cantidades de golpe para sentir los efectos de una radiografía o una explosión nuclear.

Pero este no es el único ejemplo de radiactividad natural a las que nos exponemos sin que nos ocurra nada. Las montañas de Madrid o Galicia están llenas de granito, una roca que se va descomponiendo en otras sustancias, algunas radiactivas.

¿Puede ser la energía nuclear una aliada en la lucha contra la emergencia climática? La mayoría del CO2 proviene de la quema de combustibles para producir energía. Sin embargo, con la electricidad que se produce en las nucleares no se emite nada de dióxido de carbono, de hecho lo que sale de esas chimeneas son pequeñas gotas de agua,

Entonces, ¿por qué nos da tanto miedo? Los ecologistas nos dirán que tenemos que cambiar el chip, que hay que consumir menos energía. Y es que, consideran que si seguimos apostando por la energía nuclear cada vez quedará menos espacio para las energías renovables. Un riesgo que se suma a los accidentes nucleares y a los problemas para acabar con los residuos que producen estas centrales.