'Está todo inventado'
De torturas en prisión a lobotomías: Mikel Herrán explica cómo fue la represión a los homosexuales en el franquismo
Exámenes de ano, una cárcel para los activos y otra para los pasivos, terapias de electro shock. Mikel Herrán repasa en este vídeo las medidas de represión más surrealistas e indignantes que tomó el franquismo contra la homosexualidad.

Este fin de semana arranca una nueva edición de 'Palomos de la Paz' en Badajoz con una celebración especial por su 14 aniversario. Su origen se remonta a cuando el alcalde de la ciudad, por aquel entonces Miguel Celdrán, aseguró que "en Extremadura a los palomos cojos los echamos pa' otro lao".
¿Fue Celdrán el primer negacionista de los gays extremeños? Mikel Herrán demuestra una vez más que 'Está todo invitado' y recuerda que "históricamente, a Badajoz se mandaba a los palomos cojos, concretamente lo hacía Franco".
Durante el franquismo, ser homosexual estaba castigado con la cárcel. Por ello, con la ley de peligrosidad y rehabilitación social de 1970, el dictador habilitó dos cárceles: "Una en Huelva para los activos, y otra en Badajoz para los pasivos", explica el historiador.
Para determinar si alguien era activo o pasivo se realizaban todo tipo de exámenes, desde pruebas psiquiátricas a medirle el cuerpo, la voz, los gestos, e incluso la forma y los pliegues del ano para ver si tenían lo que llamaban "un ano complaciente". "Si dilatabas bien, pa' Badajoz", comenta Mikel.
El sistema evidentemente no funcionó, pues mucha gente mentía para que le llevaran a la cárcel que le pillaba más cerca, además de que las prisiones no daban abasto. De este modo, se tuvieron que abrir módulos en otras cárceles.
El régimen pretendía que las cárceles no solo sirvieran para aislar a los homosexuales, sino, explica Mikel, "también para estudiarlos y reconvertirlos". Por ello, se les sometieron a trabajos forzados, porque supuestamente sedaban el impulso sexual.
Otros tuvieron menos suerte y fueron enviados al hospital de Badajoz para recibir terapia de electro shock. No era la única 'cura' ideada en la primera mitad del siglo XX. Un médico austríaco propuso curar la homosexualidad con el trasplante del testículo de un heterosexual. "Podrían haber aprovechado para ponerle uno a Franco, así habría dado sus discursos con la voz de José Sacristán", ironiza Wyoming.
En España también hubo teorías locas, como las de Vallejo Nájera o López Ivor, que en su famosa clínica decía curar la homosexualidad con lobotomías. De hecho, Mikel señala que cuando López Ivor le extirpó el lóbulo inferior a una de sus víctimas, afirmó que "ahora tenía problemas de memoria y de visión, pero ha mostrado una ligera atracción a las mujeres".
Todo este mundo homófobo no queda tan lejano, pues hasta 1990 la OMS no dejó de considerar la homosexualidad como una enfermedad mental, mientras que con la transexualidad no ocurrió hasta 2018. En España, las terapias de conversión no se prohibieron hasta hace dos años, y aun así Mikel explica que "se siguen practicando".
Sin embargo, Mikel apunta que, igual que ha habido represión, hubo personas que desde los márgenes se rieron del régimen. Por ello, considera que hoy en día "tenemos que seguir resistiendo con toda la pluma y el brillo que haga falta".