El imputado por el ‘caso ERE’ Javier Guerrero asegura que se sentía más cómodo negociando en una barra que en un despacho “a veces, las negociaciones hay que cambiarlas de ubicación y relajar el ambiente para que podamos seguir adelante”. Y niega que haya consumido cocaína.
Javier cree que no ha “hecho nada para merecer estar en la cárcel y estar en este proceso”. En la cárcel se ve como “un chivo espiratorio de la Junta de Andalucía”, comenta.