Dani Mateo elabora un registro de políticos que han sido descubiertos infringiendo las normas de tráfico o conduciendo en estado de embriaguez. El último caso, ha sido el de José Manuel Baltar, líder del PP de Ourense, al que han pillado conduciendo a 215 kilómetros por hora en un coche oficial. "Iba tan rápido que cuando consiguieron pararlo, además de ponerle una multa de 600 euros y quitarle seis puntos, lo entrevistó Antonio Lobato", bromea.

Sin embargo, aclara que no es el primer caso de un político "con peligro al volante", pues asegura que "los políticos españoles podrían protagonizar la próxima entrega de 'Fast and Furious'". Y recuerda a Rosa Valdeón, ex vicepresidenta de Castilla y León, que fue detenida en 2016 por conducir ebria y, un año después, la sorprendieron conduciendo, de nuevo, bajo los efectos del alcohol. "El coche de Valdeón es el único que, además de freno, acelerador y embrague, lleva siempre otro pedal más", comenta.

Aunque cuando se es político y además se tiene responsabilidad en competencias de tráfico, el comentarista apunta que puedes encontrarte con personas como a Ignacio Uriarte, antiguo presidente de Juventudes del PP, al que pillaron conduciendo bajo los efectos del alcohol en 2010, por lo que tuvo que dimitir de la comisión de Seguridad Vial del Congreso. "Cuando uno se saca el carnet del PP, existen muchas posibilidades de que acabe perdiendo el de conducir", dice.

Pero esto "no solo es cosa del PP", ya que el concejal de Tráfico de Alcalá de Guadaíra, del PSOE, Manuel García Torres, en 2009 fue descubierto "con un poco de sangre en el alcohol", pues duplicaba la tasa de alcohol permitida. Y "si alguien ejemplifica lo de 'político al volante, peligro constante' es el actual jefe de Gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez", señala, que fue detenido en mayo de 2013 por cuadruplicar la tasa de alcoholemia después de investir a tres vehículos aparcados.

El colaborador reconoce que su favorito es el exalcalde de Badalona, el socialista Álex Pastor, que tuvo que dimitir por conducir ebrio, en pleno confinamiento, negarse a hacer la prueba de alcoholemia y morder a uno de los Mossos que le dio el alto.