Las aparadoras surgieron en la época de los 60 para poder trabajar desde casa y poder cuidar a sus hijos, lo que trajo consigo deplorables condiciones laborales: sin contratos ni medidas de seguridad, no pueden cobrar ningún tipo de jubilación.

Andrea Ropero se trasladó a finales de 2019 a Elche, cuna del negocio del calzado, para conocer de primera mano las condiciones de estas trabajadoras. Las aparadoras dedican hasta 14 horas al día al calzado, no tienen derecho al paro, nadie responde por ellas en caso de accidente laboral y parecen tener la sensación de que si hablan nadie las va a escuchar.

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