En 2015 la imagen de la detención de Rodrigo Rato ocupó todas las personas. Uno de los pesos pesados del Gobierno de Aznar y exdirector del Fondo Monetario Internacional era imputado por blanqueo, fraude fiscal y alzamiento de bienes. "Ladrón, miserable, después de lo que has robado, sinvergüenza, y encima se ríe el cabrón", se indignó una mujer tras ver al exvicepresidente en la calle.

Rato se encontraba inmerso en varios procesos judiciales que incluían la salida a bolsa de Bankia y el escándalo de las tarjetas black, unas tarjetas opacas creadas en teoría para gastos de representación pero que acabaron pagando grandes lujosa la cúpula de Caja Madrid y Bankia. El escándalo desencadenó un macrojuicio. A la Audiencia nacional acudieron políticos, empresarios, sindicalistas y hasta el que fuera jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno. A la espera de sentencia se conoció una noticia desesperada: la aparición del cadáver de Miguel Blesa con un tiro en el pecho. Meses después del suicidio de Blesa la Audiencia Provisional se pronunció: Rato fue condenado a cuatro años y seis meses de cárcel por un delito continuado de apropiación indebida y todos los consejeros fueron condenados a penas de entre tres meses y tres años.