A principios de 2016, los animalistas confiaban en poder poner fin a uno de los festejos taurinos más polémicos de España: el Toro de la Vega. El año anterior, habían logrado congregar en Madrid a más de 80.000 personas para pedir su prohibición y se vivieron momentos de enorme tensión en Tordesillas durante su celebración, cuando cientos de activistas se sentaron en el recorrido para tratar de impedirlo.

"Teníamos en frente a los tordesillanos insultándonos, pegándonos, los caballistas azuzando a los caballos para que nos pisaran", recuerda la animalista de PACMA Marga Morales, que recuerda cómo soltaron al toro con ellos aún allí: "Algunas personas llamaban al toro para que viniera hacia nosotros", relata. Ese año, el toro se llamaba Rompesuelas y sería el último en morir asesinado como parte de este festejo: en mayo, la Junta de Castilla y León prohibió su muerte y alanceamiento, con la oposición del Ayuntamiento y del pueblo vallisoletano.