"¡Uy, que se emociona!". Norma Duval acaba de poner un pie en su antiguo colegio y las lágrimas ya asoman por sus mejillas. "Oye, Puri, te acabas de emocionar un montón", recalca Albert Espinosa. "Las hermanas que había ya habrán fallecido", son las primeras palabras que logra articular.

La artista pregunta en concreto por Irene y "la que llevaba los tacones, que conducía", Mariluz. "Falleció, ¿no? Era más graciosa... Yo me acuerdo de sor Mariluz, llevaba un tacón redondo y andaba muy fuerte, y decíamos 'que viene, que viene'". Norma recuerda con cariño a la monja, "muy moderna para la época", insiste. "Conducía, que en aquella época, las mujeres, pocas conducían. Estamos hablando de comienzos de los sesenta". Cuando el autobús que les llevaba al cole fallaba, ella iba a recoger a las niñas con su furgoneta.

Los recuerdos se agolpan en su memoria. "Mi mesa estaba la lado de la cristalera y yo por ahí veía todo. A veces me distraía demasiado", confiesa ante las monjas, que ríen con ella. "Esa experiencia que tú tuviste en el colegio, ¿qué te reporta a ti ahora en la vida?", quiere saber una de las hermanas. "Todo", asegura ella. "La educación que me disteis, los valores...". La voz se le quiebra y busca el abrazo del presentador.

"Para nosotras es una alegría y una satisfacción que estés aquí, pero que no sea solamente hoy; que te puedes venir cuando quieras. Aquí está tu casa", le dicen, algo que hace que su llanto vaya a más. "No quiero llorar", se queja. "Llorar es muy sano, llora tranquila", responde una de ellas. La artista recuerda a su madre, muy creyente. "Se quedó huérfana por temas de la guerra [...] Su ilusión era que yo me educara en un colegio de monjas".