"Me agarré a un árbol con las dos manos, pero la fuerza que ejercía sobre mi cuerpo el agua hizo que no pudiera sujetarme más". Son los recuerdos de Sergio Murillo, víctima de la tragedia en la localidad oscense de Biescas el 7 de agosto de 1986. Aquella tarde vio a sus hermanos y a sus padres por última vez. La familia pasaba unos días en el camping Las Nieves cuando sobrevino la riada.

"El ruido del agua era como estar en el interior de una catarata. De hecho, lo poco que conseguimos hablarnos -entre sus familiares fue a gritos", rememora Murillo, quien reconoce que no era consciente de la fuerza del agua, pero en una primera embestida ya le llegaba a las rodillas y casi "no podía ni andar". La víctima, que tenía 16 años en aquel momento, relata los dramáticos minutos que fueron sucedidos por "una sensación de frío, barro...". "Estaba exhausto", asegura.