Tomás Alonso resultó herido en el atentado que ETA perpetró contra José María Aznar el 19 de abril de 1995. Era profesor de Educación Física, tenía 33 años, estaba casado y tenía dos hijos, y todos los días pasaba con su moto por la calle José Silva donde aquella mañana estalló el coche bomba.
Su último recuerdo antes de la explosión fue apoyar el pie en el suelo al ponerse el semáforo en rojo. La detonación le lanzó por los aires. "Lo que más recuerdo después justo de la explosión es un chico con otro casco que me ayudó, que parecía como el ángel de la guarda", rememora Tomás.
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"Nunca más supe de él, la verdad, pero fue el primero que me atendió desde otra moto", recuerda el profesor, que cuenta cómo el joven le decía que estuviera tranquilo. "Me dolía el pie y por eso no me podía levantar", explica Tomás, que reflexiona: "Si no hubiera llevado el casco ese día me hubiera matado,seguro".
Anatomía de una filtración
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