Los periodistas de El País solo sabían que unos cuadros de Francis Bacon habían sido robados en el centro de Madrid cuando empezaron a tirar de la manta a principios de 2016, pero sí que intuían que detrás de todo este misterio había un auténtico bombazo. No conocían cuantas obras habían sido sustraídas ni la fecha en la que se produjo el delito. Solo sabían el nombre del propietario del piso donde habían sido robados, pero decidieron proteger su identidad por la relación sentimental que le unía con el pintor.

"Descubrimos en la investigación que el robo se había producido unos meses antes... muchos meses antes", rememora en Anatomía de...José María Irujo, jefe de investigación de El País en aquella época. "Estamos hablando de junio o julio de 2015. La policía lo había llevado con absoluta discreción", añade Luis Magán, subjefe de fotografía de El País de 1993 a 2017. "No se había publicado ni una línea".

Empezaron a trabajar y ambos se reunieron. Magán consiguió un contacto, un primo hermano suyo. "Era el inspector del Museo del Prado. Le llamé y le dije: 'Pepe, macho, nos hemos enterado de esto y me tienes que poner en contacto con el policía, el comisario o inspector que lleve este asunto, ya". A los diez minutos de hablar con su primo por segunda vez, lo llamó el inspector de la Policía. "Cabrón, hijo de puta, pero, ¿cómo os habéis enterado? Joder", le dijo nada más descolgar. "Llevamos siete meses, estamos a punto de pescarles. Pero, ¿qué cojones...?", continuó despotricando.

"Me montó un pollo muy inesperado, por una parte, pero muy divertido, muy cinematográfico", reconoce Luis Magán ante Mamen Mendizábal. "Nosotros no teníamos ni idea", confiesa. Después, se reunieron con el comisario jefe, a quien no conocían hasta ese momento, y con el jefe de la brigada. El segundo, volvió a echarles "la bronca". "Pero ya empezamos a sonsacarle, porque él se creía que sabíamos mucho y no sabíamos nada. Estábamos haciendo un interrogatorio a la policía".

Les pidieron que no publicaran ni una línea de esta historia, porque era "el robo más importante de arte contemporáneo que ha habido en España en los últimos 30 o 40 años"; unas obras valoradas en más de 30 millones de euros. "Nos dijeron que si publicábamos algo podríamos dar al traste con una pista importante que creen tener", rememora José María Irujo.

Fue en esa reunión donde se confirmó la fecha del robo. Se produjo ocho meses antes de ese momento, pero nada aún había trascendido.