Florence Widdicombe, de seis años, estaba escribiendo felicitaciones de Navidad en su casa del sur de Londres cuando encontró, en una de ellas, un mensaje escondido: "La tarjeta decía: 'Somos prisioneros extranjeros y estamos obligados a trabajar en contra de nuestra voluntad'", cuenta la niña.
Widdicombe se sorprendió. No entendía qué significaba y se lo entregó a sus padres. "Abrió una y se echó a reír y dijo: 'Mira mamá, alguien ya ha escrito en esta tarjeta'", recuerda Ben Widdicombe, padre de la niña.
Su autor pedía que alguien alzara la voz por ellos
Se trataba de una cuestión de derechos humanos. Esa tarjeta, destinada a fines benéficos, llegaba directamente de una fábrica china de los famosos supermercados Tesco. Su autor pedía que alguien alzara la voz por ellos y advirtiera a un periodista. "Me sentí muy sorprendido, pero también sentí la responsabilidad de contárselo a Peter Humphrey como me pedía el autor", relata Ben Widdicombe.
Y eso fue lo que hicieron: entregarle la nota a Peter Humphrey, un investigador y periodista británico que estuvo encarcelado en Shanghái dos años y que ha admitido que reconoce la letra de la nota: es de uno de sus compañeros.
"Estoy seguro de que esto fue escrito como un mensaje colectivo. Obviamente, una sola mano produjo esta letra mayúscula, y creo que sé quién era, pero nunca revelaré ese nombre", ha afirmado el periodista e investigador.
Tesco ya ha anunciado que suspende la producción en ese centro y que retira los productos del mercado, pero Humpry cree que no es suficiente. El periodista ha dicho que, sin tener garantías, Tesco nunca tenía que haber fabricado allí.