Las bebidas energéticas están de moda. Según una encuesta Observatorio Español de Drogas y Adicciones, casi el 45% de los jóvenes entre 14 y 18 años las consume.

Y quienes las fabrican y venden, lo saben. Latas con dibujitos y bien grandes, de medio litro, para que parezca que, aunque son caras, nos cunden. Mucha variedad, sabores atractivos, muy dulces y colores casi radiactivos. Un marketing enfocado a los más jóvenes que, claramente, les llega.

Las beben para estudiar, para entrenar, para refrescarse, para salir de fiesta, para activarse... Las beben para todo. Y, si preguntamos, sí. Muchos son conscientes de los riesgos

"Notar que te va muy rápido el corazón e incluso escucharlo estando en el sofá". Lucía describe lo que se siente: "Te tiembla un poco el pulso y notas que estás perdiendo el control de tu cuerpo", continúa. No habla de una droga ilegal. Los efectos que describe los siente cuando toma tres o más bebidas energéticas seguidas. Bebidas que, traducidas a cafés, serían unos 12. Del tirón, uno tras otro, en el mismo momento.

Saben que cuanto más beben más necesitan para notar los efectos, nos hablan de taquicardias, de problemas para dormir, de presión en el pecho... A la vez, aseguran que no toman demasiadas, "cuatro o así por semana" nos dice Alejandro, de 22 años.

"De manera continuada genera esa tolerancia a la cafeína, genera dependencia y, encima, siempre necesitas un poco más". Nos lo cuenta Clara Llorens, nutricionista de Nutrilab. Gemma del Caño (@nutrigemma) añade que "esa cantidad de azúcar y de cafeína te excita durante un tiempo y luego tienes un bajón espectacular".

Como una droga, excitan, dan bajona y generan dependencia... pero se venden en las tiendas por apenas dos euros.

En 2021 Garzón, Ministro de Consumo, se planteó regularlas. Algo de lo que se ha hablado también en otros países. Pero, de momento, se venden como si nada. Bueno, como si nada, no. Se venden como churros.

Y eso que se sabe que sus efectos, esos que ya hemos mencionado, son más nocivos aún entre su público objetivo: los chavales que lo consumen como si fuera agua.