Cuando parecía que la violencia no tenía fin - tras el asesinato del joven estudiante Arturo Ruiz, la muerte de la joven Mari Luz Nájera en una manifestación o el secuestro del teniente general Villaescusa - llega la noticia de que unos pistoleros han entrado en el despacho de Atocha 55 de los abogados laboralistas.

Era enero de 1977 y un comando de extrema derecha había asesinado a tres abogados y herido a otras cuatro personas, recuerdaLuis Pérez Lara, miembro del Comité Central del PCE. La violencia se había desatado por completo en España en una semana trágica y el propio Gobierno no tenía ni idea de lo que estaba pasando, asegura.

La rabia y la impotencia se apoderó de la ciudadanía, quien decidió reconducir todo ello es dar una respuesta. La de una manifestación de duelo. El silencio sepulcral inundó las calles. Fue entonces cuando un partido ilegal hizo la función de la policía hasta que el jefe de ellos se puso a las órdenes de los organizadores. "En plena clandestinidad el hablar de que un policía quiere hablar contigo era una pequeña alarma, pero llegó y me dijo que le habían ordenado que se pusiera a mis disposición", cuenta Pérez Lara.

La convocatoria fue un éxito. Miles de personas salieron a la calle a homenajear a los abogados asesinados. Se convirtieron en un símbolo por la libertad. "Era impresionante ver los desfiles de coronas y coronas", recuerda Pérez Lara.

Aún así, reinaba la incertidumbre. Todavía se contemplaba la posibilidad de que esa violencia criminal fuese a ir a más. Esa última semana de enero terminó con 10 muertos, 15 heridos graves, un secuestro y un mensaje del presidente del Gobierno. "Estén absolutamente seguros de que a pese todas las dificultades vamos a seguir por el camino que ustedes mismos nos han marcado y que es, en definitiva, el camino de toda España", recitó entonces Adolfo Suárez.