Una vez cargada la furgoneta, el equipo de Cruz Roja comienza el recorrido por las calles de Madrid donde centenares de personas se encuentran en situación de sinhogarismo.
En la estación de tren de Parla se refugian habitualmente un grupo de personas. Allí se está más caliente, tienen enchufes y el personal de seguridad les permite estar durante el día.
Antonio Pineda, uno de los voluntarios que les ayuda a luchar contra las bajas temperaturas, les facilita mantas, esterillas y un café autocalentable que con tan solo apretar un botón permite tener una bebida caliente en cualquier momento.
Quienes reciben su solidaridad son personas como Jesús, que a sus 31 años lleva cuatro viviendo en la calle. Cuenta que cuando falleció su madre fue desahuciado, se cayó, tiene mal la pierna y no va a l médico. Desde entonces, Antonio intenta convencerle de que se trate la rodilla, pero aún no ha tenido éxito.
Con Nieves, los voluntarios han conseguido algo más. También fue desahuciada, terminó en la calle y tuvo problemas con el alcohol, pero ahora ha superado lo peor de la enfermedad y ha conseguido una habitación.
Los problemas de adicción son un denominador común entre muchos de los casos. Noelia Muñoz, voluntaria referente del Proyecto de Atención a personas Sin Hogar de Cruz Roja en Parla explica que hay un porcentaje mínimo de personas que hayan tenido una adicción que les haya llevado a calle, "la adicción de la mayoría ha empezado después".
Como explican estos voluntarios, son la personas quienes tiene que decidir cambiar, aceptar la ayuda que se les ofrece y salir de la calle. "Lo importante es que estés ahí cuando da ese cambio", asegura Leonardo Zubiarraín, técnico de Atención Integral a personas Sin Hogar en Cruz Roja .
Generar un vínculo con ellos, cuenta, es lo que ayuda a que las personas tiren para delante, para que abandonen lo que hasta ahora consideran su hogar.