Para Dufourmantelle, lo atractivo del riesgo es principalmente "que consiste estar en la vida". "¿Es simplemente nacer? Creo que no. Para mí, arriesgar tu vida es no morir aún, es integrar la posibilidad de morir en tu propia vida", escribía la filósofa, que rehuía del "riesgo cero", a lo que calificaba de fantasía debido a que "estar completamente vivo ya es un riesgo".

La filosofa razonaba que era el riesgo, el sufrir, el abandonar la zona de 'confort', lo que otorgaba sentido a la vida, aunque el hecho mismo de arriesgarse pudiera alejarte de ella. “Estar completamente vivo es una tarea, no se trata de algo dado”, contó en una charla rodeada de estudiantes.

Ese riesgo de poder morir es lo que aderezaba la vida, le inyectaba de vitalidad. "No se trataba simplemente de estar presente en el mundo, sino de estar presente para ti mismo, alcanzando una intensidad que es en sí misma una manera de renacer", razonaba.

Anne Dufourmantelle llevó hasta el final y de manera coherente su ideal de vida. Su muerte la ha popularizado: ha pasado de ser conocida solo en su país a acaparar portadas y telediarios en medios internacionales.