Así lo afirmó hoy la abogada Katie Gollop, quien representa al hospital londinense Great Ormond Street, cuyos médicos mantienen que la calidad de vida del bebé, de once meses de edad, no mejorará y abogan por desconectar las máquinas que lo sustentan para que pueda morir con dignidad.
La declaración de la letrada, efectuada durante una vista preliminar celebrada hoy el Tribunal Superior de Londres, enfureció a los padres del bebé, Connie Yates y Chris Gards, que calificaron este último informe de los expertos de "malvado" y "sesgado".
"Ni siquiera hemos podido leerlo", recriminó a la letrada la madre, quien abandonó después entre lágrimas y acompañada por su pareja esta sesión, preparatoria para el comienzo este lunes del juicio. "Lo siento mucho, no era mi intención causar angustia", dijo Gollop, tras indicar que "casi todas las pruebas" efectuadas por los expertos ofrecen una "triste lectura" sobre el estado de Charlie.
Los padres quieren que su hijo sea tratado en EE.UU. con una terapia de nucleósidos experimental que, no obstante, ni siquiera ha sido aún probada en ratones. Los médicos del hospital Great Ormond Street recurrieron el 10 de julio por segunda vez al Tribunal Superior de Londres para que decida si se debe dejar morir al niño, que no tiene ninguna función activa, o si, como quieren los progenitores, se le mantenga con vida para recibir el citado tratamiento experimental.
Charlie padece el síndrome de depleción de ADN mitocondrial, un extraño desorden que inhabilita la capacidad del cuerpo de dar energía a los músculos, hasta que el cuerpo sufre un fallo respiratorio. Yates y Gard han protagonizado una campaña internacional para lograr que su hijo pueda seguir siendo tratado y han contado con el apoyo del presidente estadounidense, Donald Trump, y el papa Francisco. La pareja ha reunido medio millón de firmas en apoyo de su causa y 1,3 millones de libras (unos 1,5 millones de euros) para financiar el tratamiento del niño en el extranjero.
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