A bordo de un barco vikingo llegan los invasores del norte a la costa de Catoira, en Pontevedra. Su intención es tomar el pueblo y en tierra, los habitantes de la villa intentan resistir cerca de las Torres de Oeste, en el río Ulla.

Es una escenificación de las invasiones vikingas que sufrieron hace miles de años. Desde 1960, los habitantes de Catoira se visten de guerreros y representan los ataques normandos que intentaban saquear a Galicia en pleno siglo XI.

"Subimos la vela para embarcar e invadir Catoira por las torres del oeste", explica un vecino que participa en la fiesta.

Tras la batalla, acaban todos bañados en vino. Según otro participante, "nadie se va limpio a casa".

Entre fuego, sonidos de gaitas y tambores, toca disfrutar ya de una comida campestre con buenos productos gallegos.

Una celebración de interés turístico internacional en la que los gallegos retroceden 1.000 años en el calendario.