Hubo "connivencia" para asesinar a Antonio en agosto de 2017 en un garaje de Patraix (Valencia) entre su mujer, Maje, y su entonces amante, Salva, ambos acusados del asesinato; y la esposa presentaba una "doble cara" tras morir su marido: feliz con unos y viuda afligida con otros, según ha manifestado la inspectora jefa del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional.
La inspectora ha comparecido este viernes en la segunda sesión del juicio que se celebra en la Audiencia de Valencia contra Maje, que se enfrenta a una pena de 22 años de prisión, tal y como le reclama la Fiscalía, y su examante, Salva, para quien el ministerio público reclama 18 años por el asesinato de Antonio en agosto de 2017 en un garaje de Patraix.
La testigo encargada de la investigación y de las detenciones ha narrado ante el jurado cómo se hallaba el cuerpo sin vida de Antonio, quien recibió hasta ocho puñaladas, y cómo se desarrollaron los pormenores de la instrucción que permitió, meses después, detener a Maje y a Salva.
La inspectora ha explicado que tras hallar el cuerpo de Antonio, al día siguiente sus compañeros tomaron declaración a Maje y tras ello le trasladaron que la mujer presentaba una actitud "un poco extraña": "Si bien de vez en cuando sollozaba y se mostraba triste, en cuanto paraban por algún motivo, enseguida cogía el móvil y estaba todo el rato chateando", ha descrito.
En este sentido, ha añadido: "Tenía cambios de humor en segundos. Y estaba tan pendiente del teléfono que un compañero le tuvo que pedir que se centrase en la declaración y dejara el móvil".
En ese primer testimonio no nombró a ningún amante y se centró en indicar que la víctima era muy controladora con ella, muy obsesivo y que no le dejaba salir. "Eran unas manifestaciones muy extrañas en esos primeros momentos", ha aseverado la testigo, para agregar: "Nos pintó a un Antonio con muy mal genio y nos dejó entrever que seguramente su marido había visto a alguien robando y que como era muy tirado hacia delante, se habría enfrentado a él y por eso lo habían matado. Ella intentaba encontrar una justificación al ataque".
Ese mismo día también tomaron declaración a la mejor amiga de Maje, puesto que le acompañó en todo momento, y terminó contando que la acusada tenía una relación paralela a su matrimonio con otro chico, Jose, con quien luego descubrieron que pasó la noche del crimen.
Precisamente su testimonio permitió intervenir el teléfono móvil de Maje, al convertirse en sospechosa. A los pocos días fue la acusada la que también llamó a la Policía para confesar su relación con Jose y aseguró que no lo dijo en un primer momento porque le daba "vergüenza". También les advirtió de que había sido infiel a su marido antes de la boda con otro joven, Tomás, pero luego él le perdonó y se casaron.
Las conversaciones telefónicas permitieron a la Policía hacer un perfil de Maje. "Observamos que tiene una doble cara con los demás. Con las personas que tiene más confianza utilizaba expresiones como que estaba súper feliz, haciendo la vida que quería. Decía que le gustaba la movida, la bebida y la fiesta, que se sentía liberada. Sin embargo, con otras amigas o compañeros de trabajo no paraba de llorar y les trasladaba que estaba medicada, que solo comía un yogurt al día y que era una viuda afligida y deprimida".
En esos momentos también hablaba con José, con quien ya tenía una relación estable, y con Sergio, un guardia urbano que había conocido en Barcelona un fin de semana y con quien había mantenido una aventura sexual.
En conversaciones con su madre, la acusada ridiculizaba a Antonio y hasta lo comparaba sexualmente con José, de quien decía lo bien dotado que estaba y lo bien que funcionaba en la cama, ha narrado la inspectora.
El 8 de noviembre entró en escena el acusado, Salva, en una llamada en la que él le comentó algo que les hizo sospechar: "Creo que tu madre tiene razón y que al final tú te tendrás que alejar de las cosas y yo siempre te lo recordaré", le señalaba él, a lo que ella le contestaba: "Eso lo tengo olvidado".
Tras ello, él le comentaba que había llamado a la Policía y ella empezó a chillar y a preguntarle qué había hecho. Seguidamente le aclaraba que había hablado con un amigo y que se había enterado que se iba de viaje con otro chico. A lo que ella contestó que pensaba que estaba descartada de la investigación.
El 10 de enero de 2018 se detuvo a los acusados y se intervinieron unas cartas de amor entre Maje y Salva. Tras el arresto, la acusada confirmó a la Policía, según ha ratificado la inspectora, que se había concertado con Salva para el crimen y que tenía una relación con él. Les comentó que ella trasladó a Salva su intención de separarse pero él le dijo que no lo hiciera porque así Antonio no le iba a dejar en paz. Fue ahí cuando, según su versión, él comentó que era mejor que se ocuparía de la víctima.
Salva le contó cómo iba a acabar con la vida de Antonio, le afirmó a la Policía, pero ella no se lo creía, pensaba que no era capaz de hacerlo. El le dijo el día y el lugar en el que lo haría, pero pensaba que no pasaría de un susto. El día del crimen vio al acusado a mediodía y le contó lo que había pasado.
Salva, tras la detención, también indicó que el crimen lo habían planificado de manera conjunta aunque, según la inspectora, intentó "sacar a Maje" de la ecuación. Luego reconoció dos puñaladas, una en el abdomen y otra en torax.
Durante su testimonio, la inspectora ha señalado también que la única sospecha de maltrato en el matrimonio entre Maje y Salva la tuvieron de ella hacia él por un mensaje de móvil en el que Antonio le dice que no quiere a alguien que le ponga la mano encima. Por último, ha recordado un mensaje de la acusada a la víctima la noche del crimen: "Cuchi, goza esa empanada hecha con amor".
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