Katia y Maurice Krafft, un matrimonio francés de vulcanólogos, compartían vivencias y pasiones. Entre ellas, su afición por explorar la majestuosidad de los volcanes. Más que una pareja, los Krafft eran un equipo perfecto que perseguía un objetivo común: comprender una de las expresiones más enigmáticas y salvajes de la naturaleza.
Pioneros en fotografiar y filmar volcanes en erupción, ellos eran, a menudo, los primeros en llegar a un volcán activo en una época en la que pocos se atrevían a acercarse tanto a la lava. Su fin no era otro que poder brindar a la sociedad científica secretos que, de otra forma, serían del todo inalcanzables.
Su forma de vivir, aunque apasionante y estimulante, también estaba repleta de peligros mortales capaces de acabar con sus vidas en tan solo un instante, pero no por ello su trágico desenlace fue menos lamentado.
La historia de los Krafft llegó a su final hace más de 30 años, en 1991. Maurice y Katia estaban en la ladera del Monte Uzen, en Japón, cuando fueron engullidos por el flujo piroclástico que acabó con sus vidas y las de los 40 científicos y periodistas que les acompañaban en esta arriesgada misión.
Tres décadas más tarde, su historia no se olvida y llega a la gran pantalla de la mano del documental "Fire of Love", que se estrena el próximo 26 de agosto en cines.
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