Las cámaras de laSexta Noticias grabaron en exclusiva las imágenes del horror: la de niños saltando la verja del Puerto de Melilla. Intentan colarse en uno de los ferris que cada noche llegan a la Península escondiéndose en los bajos de los camiones. A pesar de que allí también se están colocando concertinas, hay quien lo consigue. Lo llaman 'hacer riski'. "Mi hermano ha hecho 'riski' en el barco. Ha salido hacia Granada escondido en un camión", cuenta un joven de 13 años que vive en la calle.
Antes de conseguirlo, su hermano llevaba meses viviendo en la calle, igual que él, con "mucho frío", según dice. Una imagen que se repite cada noche en las calles de Melilla. Hay decenas de niños, decenas de menores migrantes, que viven en las calles de Melilla. Algunos muy pequeños: de 10 a 13 años. Dicen que no quieren estar en los centros de internamiento porque las condiciones son malísimas. Afirman que no saldrán de la calle hasta conseguir su verdadero objetivo.
Esto es, montarse en un ferri y llegar a la península. "Hace mucho frío en la calle. 'Riski' en el barco", afirma un joven de 12 años a laSexta. Él también vive en la calle y señala el barco al que ya ha intentado subirse varias veces. Quiere llegar al centro de acogida de Málaga porque no quiere ni oír hablar de la Purísima de Melilla. Allí, las instalaciones están en mal estado, hay niños durmiendo en el suelo y un río de aguas fecales rodeando los pavellones.
Y todo pese a que la empresa encargada de dar el servicio recibe casi seis millones de euros al año de dinero público. "Se ven obligados a vivir a la calle. Quieren subirse a un barco porque saben que en los centros de la península hay otro sistema", explica José Palazón, presidente de la Asociación PRODEIN.
Él y otros voluntarios se encargan de acercarles comida caliente, pero con ello desoyen las sorprendentes recomendaciones del Gobierno de Melilla, que pide que no se alimente a los niños de la calle para que vayan a los centros. Mientras lo consiguen o no, se reúnen frente a los barcos cada noche, comen lo que les dan y a veces cantan para celebrar que alguno de ellos lo ha conseguido.
Violencia machista
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