Con el frío, muchas personas sienten cómo la piel del rostro está más debilitada y la notan más tirante e incluso aparecen irritaciones, rojeces o sensación de quemazón. Si a esto le añadimos el uso de la mascarilla, que cubre parte de la piel del rostro durante horas, es probable que las consecuencias empeoren. "Puede conllevar la aparición de acné, erupciones, irritaciones y picor", asegura Alba Crespo, dermatóloga y directora médica de Pierre Fabre Ibérica, a laSexta.com.

Unos efectos adversos que suelen ser más frecuentes en personas que reutilizan las mascarillas o las usan durante muchas horas al día. Además, "el uso de mascarilla puede empeorar la condición dermatológica previa del paciente si esta afecta al área cubierta", recalca la dermatóloga.

En las épocas frías del año, Crespo aconseja "ajustar la rutina de cuidados y no olvidar darle un hueco protagonista a la hidratación", porque con la bajada de la temperatura, la piel "tiende a mostrarse más seca". La dermatóloga también recuerda que debemos "aplicar productos que ayuden a mejorar el aspecto de la piel a medio-largo plazo". Es decir, no solo usar solamente maquillaje.

Si nos preocupa perder la luminosidad de la piel tras largas jornadas con la mascarilla en el rostro, la dermatóloga recomienda que "el primer paso es tener una piel sana y cuidada y un buen descanso nocturno". Las vitaminas C y E son los activos que la doctora recomienda para lucir una piel más radiante e iluminada.

Además, para Crespo es esencial continuar utilizando protector solar, incluso en invierno, "y siempre con un FPS mínimo de 30. Para mí, es sin duda el mejor tratamiento anti-aging y el que nunca debe faltar en la rutina", confiesa.

Con el frío, son las personas que padecen rosácea, por ejemplo, las que tienen que tener especial cuidado. "Pueden sentirse molestas al ver aumentados los signos (sobre todo las rojeces) y síntomas (picor, escozor, quemazón) por los cambios bruscos de temperatura", apunta Crespo.

La importancia del tejido de la mascarilla

De todos los problemas cutáneos que pueden aparecer por el uso prolongado de la mascarilla, el llamado 'maskné' (aparición de espinillas y puntos negros) es el que más se produce. "El uso de la mascarilla de manera continuada crea un hábitat pernicioso para el cutis, ya que el calor y la humedad provocados por la respiración, unidos al roce con las fibras sintéticas que componen los filtros protectores, es un caldo de cultivo perfecto para que las bacterias y otros microorganismos", explica Cristina Galmiche, esteticista y directora de los centros médico-estéticos del mismo nombre.

Para esas personas, Galmiche recomienda utilizar mascarillas de algodón orgánico "con un filtro intercalado en la tela que proteja frente al virus, a nosotros y a los demás". Los filtros de los que habla la esteticien se adquieren en la farmacia, "son de un solo uso y se pueden cambiar cuantas veces haga falta, cada 4 horas, mejor", explica.

"Las mascarillas de algodón orgánico permiten una transpiración más llevadera que las fibras sintéticas de las higiénicas; deben cambiarse a diario, lavarse con jabón hipoalergénico (como el de los bebés) con frecuencia y no compartirlas con nadie, por muy conviviente que sea", concluye.