Son más de 300 páginas en las que el Tribunal de La Manada justifica que lo que ocurrió en aquellos sanfermines no fue una agresión sexual. No lo fue porque no aprecian violencia y porque no encuentran intimidación. "No apreciamos que exista intimidación" GRAF"no revelan la existencia de violencia".

Pero sí reconocen repetidas veces la "situación de preeminencia" y "superioridad" sobre la víctima, abusando de ella y coaccionándola para mantener, sin poder mostrar resistencia, relaciones sexuales no consentidas.

El relato de los hechos probados es angustioso. Redactan cómo la pesadilla tiene lugar en un "cubículo", una "zona sin salida" de 2'7 metros de largo por 1 metro de ancho.

Tanto es así que los jueces consideran probado que "la denunciante sintió un intenso agobio y desasosiego, que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad".

Rodeada por cinco hombres mayores que ella y complexión fuerte, se sintió, afirma la sentencia "impresionada y sin capacidad de reacción" y la prueba no solamente es el testimonio de ella, sino los vídeos grabados por la manada.

Vídeos en los que se aprecia cómo ella está todo el rato con los ojos cerrados, mientras la penetran los cinco, mientras de manera mecánica practica felaciones a los miembros de la Manada.

La sentencia relata el contenido de esos vídeos donde se muestra que la víctima "permanece en todo momento con los ojos cerrados, no se produce ningún diálogo, ni intercambio de palabras con los procesados. Se muestra ausente y durante la mayor parte del tiempo exterioriza una actitud pasiva".

Insisten en no solo en que no muestra placer ni disfrute, sino que además, en los dos últimos vídeos la chica aparece "agazapada, acorralada contra la pared por dos de los procesados y gritando; estas imágenes evidencian que la denunciante estaba atemorizada y sometida".

Todo lo contrario a lo que reflejan ellos, continúa la sentencia, que de manera jocosa posan y ríen. Mencionan los Whatsapp que se intercambiaron los miembros de la manada con sus amigos para comentar el episodio. Mensajes en los que se jactaban de lo que habían hecho: "Nos hemos follado a una los cinco", y en los que se refieren a la víctima como "una puta pasada de viaje".

Dicen los jueces que los procesados "la utilizan como un mero objeto". Terminan el relato poniendo en valor que el testimonio de la joven ha sido coherente y se ha mantenido a lo largo del tiempo y que actualmente sufre estrés postraumático por culpa de ese episodio.