Sentirse solo es un problema invisible pero muy doloroso para las personas mayores. Solo en las últimas tres semanas, cuatro ancianos fallecieron solos en sus casas, sin que nadie les echara en falta.

Sin embargo, aunque nuestra forma de vida actual es en parte culpable, la sociedad también ofrece soluciones, como las viviendas cooperativas para la tercera edad o las asociaciones de voluntarios.

Estos son personas como Pepe, que lleva ya 14 años en la Fundación Desarrollo y Asistencia, de la que es coordinador, acompañando a personas que conviven a diario con la soledad. "Es la satisfacción de ver sonreír a una persona que está amargada y si le dices una tontería o le cuentas un chiste, se ríe", explica.

En la reunión anual de la Fundación se juntan voluntarios y usuarios, ya convertidos en amigos después de tantos años. Así, unos logran sentirse menos solos y otros, más útiles, como explica José, usuario. "Hago la compra, voy a desayunar, salgo a la calle...", cuenta. Todas las semanas se llaman, se ven y se ayudan incluso con las dudas para hacer la declaración de la renta.

Por su parte, Miriam ha elegido acompañar y ayudar a personas que están en los últimos momentos de su vida. "Cuando te ven, para ellos es como 'ya viene alguien que me va a acompañar y va a estar conmigo'", explica esta joven voluntaria de la Fundación Vianorte-Laguna.

Desi es una de las ancianas a las que acompaña. Tiene hijos y nietos, pero cuando no van a verla no puede evitar sentirse sola. "Me encuentro sola y me entra una cosa...", confiesa.

Pilar, en cambio, tiene 78 años y ha elegido vivir en una cooperativa de mayores en vez de en una residencia. "Me va el rollo comunitario", explica esta socia de la Cooperativa Trabensol, donde es autónoma y vive feliz. "Ahora no voy a Benidorm, pero bueno, esto es un sustituto", bromea, tumbada en una hamaca en su terraza.

Además, aquí está siempre acompañada porque, aunque cada uno vive en un apartamento, juntos comparten la hora de la comida y distintos servicios. Jaime también vive aquí y asegura que son más de veinte las actividades que los residentes tienen a su disposición y cada uno enseña a hacer lo que mejor sabe, como Marisa, cuya especialidad es pintar. Tiene un piso en Madrid, pero allí se siente más "aislada" porque, según dice, no conoce al vecino de arriba ni al de abajo.

Pese a que existen opciones para combatirla, todavía queda mucho por hacer en la lucha contra la soledad de las personas mayores. En este sentido, el Ministerio de Sanidad está trabajando en una estrategia estatal para que ninguna se sienta nunca abandonada a su suerte, mientras que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha anunciado que destinará 50 millones de euros para luchar contra esta lacra.