El detenido por la muerte de un niño en Holanda llevaba cuatro meses viviendo junto a una masía en Barcelona. Dicen que era una persona solitaria y callada, que sobre todo se relacionaba con los niños.

"Colaboraba con una masía catalana por sus conocimientos en plantas y supervivencia", afirma Edwin Winkels, corresponsal del periódico AD (Holanda), que sigue el caso desde hace 20 años. Dice que una de las claves es que el detenido se diera a la fuga.

"Desapareció en febrero en una cabaña en la que se sabía que residía en Francia", añade Winkels.

No era la primera vez que aparecía como sospechoso. Dos días después del crimen, lo encontraron cerca de donde se localizó el cadáver. " La Policía holandesa reconoce que cometió un error al no investigarle más al principio", añade el corresponsal.

El detenido continúa en la prisión, a la espera de que se ejecute la euroorden y de que lo envíen a Holanda.