Una hora. Es el tiempo que estuvo esperando el asesino de Vanesa a que su ex saliese por la puerta del camping, algo de lo que se dieron cuenta algunos clientes. Él no podía estar allí porque había una orden de alejamiento que le impedía acercarse a menos de 300 metros de ella, que le denunció en abril por violencia machista.
Allí esperaba con un arma que no estaba registrada, ya que las que tenía como agente de la Guardia Civil le habían sido retiradas tras la denuncia. Hasta ese día que cometió el crimen, no se registró ni un solo quebrantamiento de la orden de alejamiento.
Los protocolos se cumplieron. En total, se registraron 56 intervenciones de la Guardia Civil dentro de la rutina habitual de protección, que incluyen llamadas a la víctima, entrevistas, pasar en patrulla por la vivienda... Con los datos sobre la mesa, el sistema no falló.
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Solo las mujeres en riesgo extremo en España, que son una treintena, tienen protección las 24 horas del día. Vanesa, en cambio, era 'riesgo medio', pero la primera vez que su asesino se acercó a ella fue para matarla.
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