Rhys Pritchard, el niño de cuatro años, jugaba en el jardín de su casa en Cardiff, Gales, cuando un insecto le pico. El niño fue rápidamente trasladado hasta el hospital donde recibió una primera asistencia médica.
La picadura le había provocado una pequeña raja, pero los médicos la suturaron con puntos y le dieron el alta sin darle más importancia a lo ocurrido. Según el diario 'Metro', unas horas más tardes, el pequeño comenzó a vomitar y el ojo se le hinchó hasta tal punto que no podía abrirlo.
Su madre, Keisha, volvió a trasladarlo al hospital donde los médicos certificaron que la picadura le había provocado al niño fascitis necrotizante, una infección que se extiende a través del tejido celular y que se le había extinguido al otro ojo.
"Fue horrible. Rhys estaba muerto de miedo, para tratar que mantuviera la calma le dije que los médicos lo solucionarían todo", asegura la madre del pequeño. A pesar de la esperanza de la madre, el estado del pequeño fue empeorando.
"Su temperatura se aceleraba y tenía un dolor tremendo, era terrible verlo en ese estado", cuenta Keisha. Los médicos decidieron actuar y rajarle los párpados para que el pequeño drenara todo el líquido que tenía en el tejido con motivo de la infección.
"Fue espantoso, los doctores me dijeron que si la infección no hubiera sido detenida ese día habría sido demasiado tarde". A pesar del peligro, Rhys Pritchard había acudido al hospital a tiempo y tras 11 días ingresado pudo volver a casa.
La recuperación del pequeño está siendo demasiado lenta, diez meses después del incidente, el Rhys todavía no es capaz de abrir completamente su ojo derecho y todavía necesitará nuevas intervenciones quirúrgicas para recuperar la normalidad.
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