La desaparición Miriam, Toñi y Desirée en Alcàsser conmocionó a todo el país. Sus rostros se difundieron en miles de portadas, carteles y programas de televisión, pero los cuerpos sin vida de las tres niñas finalmente fueron encontrados en una fosa, hace ahora 30 años: habían sido secuestradas, violadas, torturadas y asesinadas.
El hallazgo de un justificante médico condujo a la Guardia Civil a Antonio Anglés, cuyo paradero, tres décadas después, sigue siendo un enigma. Un juzgado de Valencia continúa investigando su localización y una asociación personada en la causa ha solicitado nuevas pruebas, entre ellas, la inspección de los vehículos de Miguel Ricart, el único condenado, y del propio Anglés.
De ese examen está pendiente el análisis de unos fragmentos de pelo y de una parte de la tapicería donde podría haber restos de sangre, análisis de ADN de varias prendas de ropa de las jóvenes y otroestudio de la alfombradonde estaban envueltos los cuerpos. Además, se ha solicitado a Irlanda que localice documentación del barco donde supuestamente huyó Anglés.
El de las niñas de Alcàsser fue uno de los casos más explotados sin escrúpulos en los medios de la época, desde un tarot en directo, hasta 'fake news' como una falsa entrevista a Anglés. Tampoco faltaron la teoría de la conspiración y las dudas sobre la investigación.
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Hace solo cuatro años se hallaron restos de una de las niñas cerca de la fosa, mientras este crimen machista permanece aún por resolver.
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