El proceso de reciclaje comienza en nuestros hogaresy continúa en alguno de los 378.272 contenedores amarillos y 212.852 contenedores azules disponibles en España. Después, los ayuntamientos gestionan la recogida y transporte hasta las plantas de reciclaje. Eso sí, el proceso es muy diferente en las ciudades que en los pueblos. Algunos pequeños municipios han evolucionado y han pasado de sistemas rudimentarios a una gestión eficiente y tecnológica.
En Castilla-La Mancha, por ejemplo, 21 municipios se concentran en Comsermancha. Desde esta mancomunidad de servicios de la región se encargan de distribuir los diferentes tipos de contenedores respondiendo a las particulares circunstancias de cada municipio, barrios y habitantes. Además, se organizan en 13 rutas diarias basadas en criterios de operatividad, funcionalidad y ahorro. Los camiones realizan cada noche unos 2.600 kilómetros para recoger cerca de 200.000 kg de basura.
Municipios pioneros: el puerta a puerta de Orba y sus 2.085 habitantes
Las grandes ciudades como Barcelona tienen también la responsabilidad de cuidar el entorno. Por ello, en zonas singulares del casco histórico, zonas comerciales o zonas donde resulta difícil colocar contenedores o acceder con el camión a recogerlos, mantienen un sistema de recogida puerta a puerta.
Este mismo sistema es el que inició a principios de 2018 Orba, una pequeña localidad valenciana: "Somos conscientes de la problemática medioambiental que generan los residuos", explica Ignasi Cervera, alcalde del municipio. Y esta fue la principal razón que les motivó a cambiar de método.
El hecho de que la Unión Europea marcase el objetivo de separación del 50% para el año 2020, y que en Orba no alcanzasen más del 20%, también fue un aliciente. Además, cuenta Cervera, "a nivel social, el sistema de contenedores era injusto": "La población, mayoritariamente envejecida, tenía que desplazarse distancias de hasta 300 metros para tirar la basura", apunta el alcalde.
¿Y en qué consiste realmente este sistema? La basura sólo se recolecta si está correctamente separada. Los residuos se recogen en la puerta de cada casa, y cada tipo de residuo (envases, vidrio, orgánica, papel y cartón y restos) tiene un día de recogida específico.
Además, este modelo incorpora tecnología para facilitar el proceso. Cada cubo lleva instalado un chip que es leído por los operarios del sistema y permite conocer el comportamiento del usuario: "Si los residuos no se separan, al día siguiente el propietario recibirá una llamada de la educadora medioambiental para informarle sobre la incidencia", explica Ignasi.
El progreso conseguido es notable: ahora, el 75% de los residuos que recogen son reciclables. Pero esto ha supuesto un doble esfuerzo: por parte de los vecinos y por parte del Ayuntamiento. Por un lado, para los ciudadanos que no reciclaban ha supuesto un esfuerzo, "pero entendemos que en un país evolucionado y del siglo XXI, no querer reciclar no es una opción", señala Ignasi.
Por otro lado, los costes de recogida puerta a puerta son superiores. Sin embargo, el alcalde concluye: "Los costes de tratamiento disminuyen, puesto que se envían menos residuos y se incrementan los retornos económicos derivados de Ecoembes y Ecovidrio".
La próxima meta que se han marcado en este pueblo, avanza su alcalde, es la de realizar compost a partir de la materia orgánica recogida.
Pequeños pasos, grandes cambios: el caso de los municipios de Alta Sanabria
Son cuatro los pueblos que conforman la Mancomunidad de Alta Sanabria, en Castilla y León: Hermisende, Lubián, Pías y Porto. Allí tienen un camión de basura a su disposición, cuyo recorrido lo van acordando los alcaldes en función de sus necesidades.
Cuentan con unos contenedores verdes donde los vecinos depositan los residuos orgánicos. En verano se recogen dos veces a la semana, pero en invierno, cuando la población disminuye notablemente, sólo pasa una vez.
También cuentan con contenedores de cartón, vidrio y de "residuos voluminosos", que se vacían cuando están llenos: "Llamamos a las empresas que gestionan estas recogidas y vienen", nos cuenta Lupe Carracedo, alcaldesa de Porto.
Pero esto no ha sido siempre así. Y es que sorprende cuando nos cuentan que antes del 2010 se hacía de una manera muy diferente. En Porto, por ejemplo, un empleado, "un vecino que contaba con un tractor, paseaba por las calles y los vecinos al escucharle llegar salían a su paso a sacar las basuras", explica la alcaldesa: "A veces tenía que pasar dos veces al día".
De allí se las llevaban al vertedero donde se quemaban. Esta escombrera, explica, fue sellada hace un par de años por la Junta. El avance aquí se hace paso a paso: "Cuesta mucho que la gente separe los plásticos y los cristales, aunque muchos hacen el esfuerzo y ya se les ve llevar a los cubos varias bolsas", cuenta Carracedo.