La vida de Neus Català fue una historia de fortaleza y de vitalidad, pero también de dolor y supervivencia. Era republicana. Al final de la Guerra Civil española, huyó a Francia; lo hizo junto a 180 niños huérfanos de los que cuidaba en una institución catalana.

Allí se casó con su marido y juntos colaboraron en la Resistencia francesa contra la ocupación nazi: transmitían mensajes, documentos y alojaban a refugiados. "Quien hacía los enlaces no eran los hombres, éramos nosotras", relataba años después.

En 1943 fue delatada, y entonces llegó la oscuridad. Así lo recuerda ella: "El color oscuro para entrar al campo. Es lo que me acuerdo. Para mí, era todo negro". Como Neus Català, otras 132.000 mujeres fueron enviadas por los nazis a Ravensbrük, cerca de Berlín, donde convivía a diario con el horror.

"Allí algunas mujeres llegaban embarazadas, y a los niños, cuando nacían, los tiraban a la pared con un golpe en la cabeza o los ahogaban en un cubo de agua", contaba. Ella aprovechó para boicotear, desde dentro, la industria armamentística mientras fue obligada a trabajar.

También pasó por Holleischen, otro campo nazi en Alemania. En total, sufrió 15 meses de vejaciones y torturas: "De los golpes que me dieron, me rompieron esto (señala la mandíbula). No se rompió del todo, pero aún se ve la cicatriz". Pudo escapar. Y, desde entonces, dedicó su vida a preservar la memoria de la barbarie, a concienciar.

Antifascista, republicana y feminista. Pero, ante todo, valiente. Con 103 años, se ha marchado Neus Catalá, la que para algunos siempre será "la mujer que derrotó a Hitler".