Juan Francisco, el acusado de violar y asesinar a la pequeña Laia, de tan solo 13 años, ha defendido ante el juez que actuó bajo los efectos de las drogas, que no violó a la menor y que no sabía que estaba atacando a una niña.

Según su testimonio, había consumido cinco gramos de cocaína, varias cervezas y estaba en un estado de "desesperación" por la muerte inminente de su madre el día de los hechos.

"Siempre que tengo dinero, hasta que no lo gasto no paro. Soy la porquería más grande del mundo", ha relatado en el momento en el que ha explicado la situación a la que se enfrentaba ese día.

Durante cuatro horas, el acusado ha mantenido esta teoría y ha negado que actuara con premeditación u alevosía aquel 4 de junio de 2018 en Vilanova i la Geltrú.

Ante el juez, ha relatado que salió del baño y encontró la puerta de su casa abierta. Ahí, dice, empezó su "paranoia". "Estaba drogadísimo y lo primero que pensé es que había llegado alguien al piso", ha relatado. Entonces, bajo los efectos de las drogas, afirma que escuchó ruidos y dentro de la habitación, a oscuras, solo se defendió: "Yo cogí del cuello a la persona y mantuve una lucha".

E insiste en que no fue consciente de que era solo una niña, a pesar de la diferencia evidente de estatura y peso con la pequeña de 13 años. "Si lo hubiera notado, habría parado", ha relatado.

Además, ha sostenido que no la agredió sexualmente; pero no ha sido capaz de explicar cómo llegó hasta su casa, y por qué no llamó al 112: "Creo que pensé en ello, pero el número de teléfono no lo sabía".

Tampoco ha podido dar razón a porqué cuando los tíos de Laia llaman a la puerta de su casa para encontrar a la niña no es capaz de explicarles lo ocurrido: "Estaba nervioso, asustado, quería hablar con mi padre y explicárselo".

Juan Francisco también ha explicado que no huyó porque pensaba que era inocente, a pesar de estar acusado de matar a una pequeña, como asegura la fiscal, de una forma absolutamente brutal.