El hombre, de nacionalidad rumana, acusado de abusar sexualmente de forma continuada de su hija, cuando la niña tenía diez años, ha negado los hechos y ha declarado que la menor "le provocaba" con besos y subiéndose encima de él.
Contra lo manifestado ante el Juzgado de Instrucción número 1 de Villarrobledo admitiendo los hechos y mostrándose arrepentido, aunque "sabía que era tarde", el procesado ha testificado, en la vista oral celebrada en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Albacete, que lo admitió "por nervios o miedo" al estar "por primera vez en la cárcel", pero en el juicio "lo ha negado", y lo ha justificado "porque se lo tradujeron mal".
El acusado, que ha declarado asistido por un intérprete, ha relatado que en noviembre de 2015, cuando sucedieron los presuntos abusos, él vivía con su mujer y sus hijos en una finca de El Bonillo, donde trabajaba como pastor. La madre de la menor se marchó dos semanas a su país, Rumanía, y fue en esas ausencias cuando, según el Ministerio Público, cometió los abusos.
Ha negado que realizara "prácticas sexuales con la menor", y a preguntas de la Fiscalía de cómo explica el hecho de que se encontrara "semen correspondiente con su ADN" en las bragas de la menor, el acusado ha respondido que ello pudo deberse a que "se juntaba la ropa para lavarla".
A preguntas de su defensa sobre qué pudo motivar la denuncia, el procesado ha explicado que en la casa "discutía mucho" con su mujer, que ésta le "pinchó con un cuchillo" y él le pegó y por eso "se pusieron en contra" de él.
En el juicio no ha declarado la menor y sí la madre, por videoconferencia desde los juzgados de Rumanía, donde vive actualmente. Ha ratificado los malos tratos e insultos que sufría por parte de su marido,y que denunció a la Guardia Civil, y que en muchas de esas peleas sus dos hijos menores estaban delante.
Ha relatado que, cuando volvió de su país tras dos semanas de estancia en noviembre de 2015, "notó" a su hija "muy rara, asustada" y, tras preguntarle varias veces que si le pasaba algo, la niña "echó a llorar y le contó que se había acostado en la cama con su padre", que el progenitor "le compraba todo lo que quería" y que la había "amenazado" con matarla a ella y a su hija "si contaba algo".
Los agentes de la Guardia Civil que han declarado en el juicio han contado que llevaron a la niña al hospital y una de las agentes habló con ella y le relató "que la tocaba, la besaba y tuvieron relaciones sexuales con penetración", de forma más habitual cuando la madre se marchó de la finca, pero estando la mujer "también se produjeron tocamientos y relaciones sexuales".
"Tenía el himen desgarrado por relaciones sexuales continuadas"
La niña les dijo "que su padre la había desvirgado". Asimismo, les había relatado que le había hecho daño, "que le había salido sangre" y ella misma "había lavado las braguitas y las sábanas".
La médico del Hospital General Universitario de Albacete que la reconoció en el centro diagnosticó una agresión sexual. "Tenía el himen desgarrado por relaciones sexuales continuadas" aunque no ha podido determinar "el tiempo en que se habían producido".
Por su parte, las facultativas del Servicio de Biología del Instituto de Toxicología de Madrid han explicado, por videoconferencia, que analizaron tres muestras de residuos vaginales y las braguitas donde encontraron "presencia de espermatozoides humanos", semen que coincide "con el ADN del acusado".
Los médicos forenses han confirmado los abusos sexuales. "En los últimos siete días, dos veces al día con penetración vaginal, sin preservativo, ni uso de fuerza". De hecho, en un momento de la vista oral, la guardia civil que habló con la menor ha relatado que la niña no se había opuesto a esas relaciones. "Lo que le decía el padre, que se quitara la ropa, que se desnudara, lo hacía".
La representante del Ministerio Público ha elevado a definitivas sus conclusiones y calificaciones y ha vuelto a solicitar para el acusado, actualmente en prisión preventiva, 12 años de prisión por un delito continuado de abusos sexuales a menor y libertad vigilada por siete años, además de una indemnización de 9.000 euros por los daños morales ocasionados. La defensa ha pedido la libre absolución y el juicio ha quedado visto para sentencia.
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