Ana tiene solo 45 años, padece un Alzheimer severo y es totalmente dependiente. José Luis, su marido, indica que la mujer "tiene un 97% de dependencia, una discapacidad del 85% y una gran invalidad". A la mujer le han denegado el acceso a una residencia por su edad y es José Luis quien está a su lado las 24 horas del día. "La UCI las tenemos en cada domicilio de nuestras casas, de una manera gratuita, por lo que el Estado mira para otro lado", critica.
El matrimonio cuenta con la ayuda de hasta cinco profesionales, además del resto de su familia: "Con Ana actualmente están trabajando una persona 24 horas al día, otra persona a turnos otras ocho horas, una fisioterapeuta, mis tres hijos menores de edad, mi madre con 90 años y yo", indica José Luis.
Sin embargo, en plena pandemia por el coronavirus, ninguno de ellos ha recibido la vacuna. "Nos hemos puesto en contacto con la Comunidad de Madrid y con su centro de salud y la respuesta es que no tienen ni idea del protocolo a seguir con los grandes dependientes no residentes", denuncia el hombre.
Este es el problema al que se enfrentan 313.000 grandes dependientes en toda España que no están en centros o residencias. De ellos, 32.000 ni siquiera han sido valorados para obtener el grado de discapacidad. "A la grave situación que padecen se añade la marginación de estar en una lista de espera y no poder ser vacunados en el grupo 4 que es cuando les correspondería", lamenta José Manuel Ramírez, presidente de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales.
Las 134.000 cuidadoras no profesionales, también al margen de la vacunación
Además, ocurre lo mismo con aquellas cuidadoras no profesionales que no trabajan ni en hospitales ni en residencias, y que suponen el 75% de los cuidadores. En este sentido, José Manuel señala que "hay 134.000 cuidadoras no profesionales que están atendiendo a los grandes dependientes". "Estas personas deberían ser vacunadas en el grupo 4 porque dedican 24 horas al día", defiende Ramírez.
"Los cinco profesionales que vienen tampoco han sido vacunados simplemente porque no trabajan en una residencia y tienen su vida y podrán venir con el virus o no", expresa, por su parte, José Luis. Así, se encuentran en un limbo en el que, según dicen, se sienten "desatendidos y olvidados".